Las Leyes de la Rectitud


Las Leyes de la Recitud se basan en las leyes reveladas por Dios a Moisés en el Monte Sinaí y explicadas por Jesús en su ministerio. Las mismas nos describen el comportamiento mínimo que Dios espera de nosotros. Estas leyes han sido adaptadas a nuestros días, conforme a la Revelación Progresiva, para poderlas aplicar al Siglo XXI.

Las Leyes de la Recitud son:
  1. No tendrás otros dioses delante de Mí - solo existe un Dios, el cual es llamado por numerosos nombres por las distintas religiones y los diversos publeos a través de la historia, pero solo existe Uno. Este Uno es la fábrica misma de la realidad - la energía que compone todo, lo animado y lo inanimado, y nosotros somos una expresión de Dios. Este mandamiento nos exige que no nos ceguemos ni nos cerremos a que existe más de una interpretación de Dios en el planeta. Todos tienen derecho a dirigirse al dios de su preferencia, ya que todos son manifestaciones o interpretaciones del Único Dios.
  2. No harás ídolos - no confundirás el ídolo con Dios. El ídolo es una representación de Dios, pero no es Dios, ni tiene vida o fuerza por si propia. Este mandamiento también nos pide que nos cuidemos de los ídolos abstractos como el ego, el dinero, el poder, etc.
  3. No tomarás el nombre de Dios en vano - siendo Dios la fuente de la vida y la energía que compone todo en el universo, debemos de tener cuidado de no tomar el nombre de Dios en vano, ya que las palabras tienen poder, afectando nuestros pensamientos, palabras y acciones. De igual forma, no podemos cometer el mal en nombre de Dios.
  4. Recuerda el día de reposo para santificarlo - el ser humano, al ser una encarnación de los divino, no es una máquina, y necesita reposo. Ese día de reposo debe ser utilizado para honrar a Dios y reconectarnos con Él, al igual que con nuestra familia y seres queridos.
  5. Honra a tu padre y a tu madre - nuestros padres son la expresión máxima de Dios en el mundo ya que ellos nos dieron la vida. Fueron el instrumento a través y por el cual Dios nos trajo al mundo. Por ello, debemos de honrarlos, así como a todos nuestros antepasados, ya que sin ellos no estaríamos aquí.
  6. No matarás - matar a una persona equivale a matar a toda la humanidad. Todos somos una manifestación única de Dios en este mundo y tenemos una misión y propósito. Este mandamiento puede ser violado si es para salvar una vida. Es por ello que la sociedad debe oponerse a la pena de muerte. En su lugar, el trabajo forzado de por vida hará que una persona, sin importar el mal que haya cometido, sea útil para la sociedad y repague su deuda con la Humanidad.
  7. No cometerás adulterio - el adulterio es una violación a la pureza y la honestidad de la vida amorosa. Al cometer adulterio (excepto en relaciones abiertas y con consentimiento) perdemos nuestra pureza original y nos manchamos con el pecado, trayendo miseria y tristeza sobre nosotros y nuestros seres queridos. 
  8. No debes robar - el robar igualmente es una violación a la honestidad. El no robar se encuentra en la base misma de la sociedad.
  9. No darás falso testimonio contra tu prójimo - esto está igualmente relacionado con la honestidad y la pureza. Si permitimos que la deshonestidad y la impureza entren en nuestra mente, nos contaminará nuestras palabras y acciones.
  10. No codiciarás - pero harás todo lo posible para mejorarte a ti mismo mental, emocional, física y económicamente para ser un ser realizado y útil para la sociedad.
También hay un gran vínculo de unión entre los primeros cinco mandamientos y los últimos cinco. El primer mandamiento: "Yo soy el Señor, tu Dios", corresponde al sexto: "No matarás", porque el asesino mata la imagen de Dios. El segundo: "No tendrás dioses extraños delante de mí", corresponde al séptimo: "No cometerás adulterio", porque la infidelidad conyugal es un pecado tan grave como la idolatría, que es la infidelidad a Dios. El tercer mandamiento: "No tomarás el nombre del Señor en vano", corresponde al octavo: "No robarás", por robar dar como resultado un falso juramento en el nombre de Dios. El cuarto: "Recuerda el día de reposo, para santificarlo", corresponde al noveno: "No darás falso testimonio contra tu prójimo", porque el que da falso testimonio contra su prójimo comete un pecado tan grave como si hubiera dado falso testimonio contra Dios. El quinto mandamiento: "Honra a tu padre y a tu madre" corresponde al décimo: "No codicies", porque el que se entrega a esta codicia produce hijos que no honrarán a su verdadero padre, sino que considerarán un extraño a su padre.

Pero el Mandamiento Supremo es "Escucha, Dios es el Señor, Dios es Uno. Amarás a Dios con todo tu alma, todo tu corazón y todo tu cuerpo". Este Mandamiento Supremo nos ayuda a entender la espiritualidad de la materia, que en cada cosa física, incluso en lo inanimado, hay un "alma" que es la fuerza creadora que la ha creado; una fuerza que continuamente evita que vuelva a su estado anterior de inexistencia o nada. Es esta "chispa" de Dios que es la verdadera esencia y realidad de todas las cosas y esta chispa se libera y se revela cuando la materia física se usa para un propósito o acto sagrado de acuerdo con la voluntad del Creador en la ejecución de un acto positivo. Este es el significado del Mandamiento Supremo. Cuando decimos: "Escucha, Dios es el Señor, Dios es Uno", no es solo una declaración de monoteísmo. También significa que todo el mundo del que somos testigos, en toda su diversidad, de la creación continua de un ser unificado que llamamos Dios. Dios está muy consciente de lo que está sucediendo en la creación, ya que Él está recreándola a cada segundo algo de la nada. Su conocimiento del mundo es conocimiento de Sí mismo.

Dos veces en  Deuteronomio (versículos 35 y 39 respectivamente), la Torá hace esta afirmación asombrosa:

"Se te mostró que sabías que el Señor es Dios, no hay nadie más que Él."

"Conoce hoy, y lleva a tu corazón, que el Señor es Dios, en los cielos arriba y en la tierra abajo, no hay nada más".

La mente siempre sensible, confrontada con una abrumadora evidencia de lo contrario, quizás pueda interpretar que estos versículos significan que no hay más dioses que Él. Yo, la mente insistirá, el cuerpo que ocupo, la mesa en la que está sentado y la pantalla de la computadora que está mirando, ciertamente existe. Estos versículos, por lo tanto, solo afirman el principio básico del monoteísmo: que no existe sino un único y singular creador y gobernante del universo.

Pero estos versículos tienen un significado más profundo: "no hay nada más" significa que no hay nada más. De hecho, pensar que hay otras existencias además de Dios es en última instancia lo mismo que mantener que hay otros "dioses" a su lado. ¿Qué diferencia hay entre decir que el universo está gobernado por miles de dioses, o por un dios del bien y un igualmente poderoso dios del mal, o por un dios muy poderoso que (casi) siempre triunfa sobre un Satanás mucho más débil, o por un gran y poderoso dios que impregna cada pizca de existencia excepto por un solo centímetro cúbico de espacio? En última instancia, uno está diciendo que existe más de una fuerza en existencia. Decir que hay un dios con el poder de crear y destruir universos, castigar a los malvados y recompensar a los justos, hacer que las galaxias giren y que las cosechas crezcan, pero que también exista un oponente con un poder independiente de Él, ya sea solo el poder de existir - es negar Su divinidad y poder exclusivos.

Entonces, cuando decimos: "Escucha, Dios es el Señor, Dios es Uno", esto es más que una afirmación de que no hay más que una deidad. Es una declaración sobre la inexistencia de todo lo demás excepto Su único ser.

Sí, percibimos nuestra propia existencia y la existencia de miríadas de objetos y fuerzas que llamamos "el universo". Pero esta es nuestra percepción finita y subjetiva de la realidad. Si pudiéramos observar la realidad desde la perspectiva trascendente del Creador, veríamos un "mundo" desprovisto de individualidad y ser. Por ello, debemos siempre seguir la Ley de Oro: "Trata a los demás como quisieras que te trataran a ti y no hagas a otros lo que no quisieras que te hicieran a ti mismo". 

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